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        Donde 
        no hace mucho entraban los chiquillos a jugar, hoy se encuentra el Palacio 
        de Justicia. Levantado por el conde de Gómara, 
        Francisco López de Río en el siglo XVI, es quizá 
        la construcción civil más representativa de la ciudad. El 
        equilibrio entre la alargada fachada y la esbelta torre, fácilmente 
        visible desde un par de kilómetros antes de llegar a la ciudad 
        por la carretera de Calatayud, le proporciona este recio aspecto.  
         
         Su 
        fachada consta de dos partes diferenciadas, siendo la derecha la más 
        elaborada con su doble arquería de 12 y 24 arcos sobre una planta 
        destinada a caballerizas poco llamativa. En la parte izquierda, la de 
        los balcones,  se encuentra la puerta de acceso con un curioso escudo, 
        de más torpe labra que el resto, donde se aprecia una mujer asomada 
        a una ventana, que hay quien ha querido asociar con el escarmiento que 
        se quiso dar a la infiel mujer del Conde representándola encerrada, 
        y la inscripción NonNobis, Domine, Non Nobis, Sed Nomini Tuo 
        Da Gloriam.  
        
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