Detrás
de esta suntuosa plaza mayor, con edificaciones del siglo XVI (con destacada
simbología esculpida en piedra), un rollo y la gótica iglesia
de Ntra. Sra. de la Asunción, con su esbelta torre plateresca (levantada
por el señor de Mendoza en 1540), se esconde el cerro del castillo,
que poco tiene hoy que ofrecer. Se sabe de su existencia en época
celta por los restos arqueológicos encontrados en él.
En el siglo XII, a la muerte de Alfonso VI, Morón se encuentra en manos musulmanas, aunque sólo se trataba de un castillete de control hacia el Jalón y Medinaceli. Después de pasar a manos cristianas, es sitiado en 1128 por el aragonés Alfonso I el batallador. El rey castellano acude a su ayuda y el batallador tiene que retirarse a Almazán, a consecuencia de lo cual se levantó castillo de Medinaceli y Morón por Alfonso VII de Castilla, como defensa de la frontera con Aragón. Durante las luchas de la Raya, resultó atacada por los Cerda en 1288. Fue entregado a Duguesclin (Mosén Claquín) por el trastámara, pasando luego a la corona y al señorío de los Mendoza primero y Camarasa después.
Madoz no hace referencia al castillo, aunque señala una ermita, Ntra. Sra. de los Santos, que se dice haber sido convento de Templarios, y en ella se conserva una gran bandera con varios geroglíficos, que la opinión refiere haberse tomado a los moros.
El topónimo Morón podría hacer referencia a roca, monte o montículo, en este caso ajustado a la fisonomía del pronunciado cerro del castillo.
