Al pie de la sierra del Madero sale a nuestro encuentro, en Hinojosa del Campo, esta esbelta iglesia-fortaleza con dos torres, que ofician de campanarios, una árabe y otra cristiana. La iglesia, medio románica y medio gótica, está dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, antiguamente de San Andrés.
La torre más antigua, árabe, es también la de más reducidas dimensiones y pertenece al grupo de torres aisladas del valle del Rituerto, como la de Noviercas, fechadas todas ellas en el siglo X aproximadamente (¡hace nada menos que 10 siglos!). De fábrica de mampostería realizada a tapial, donde aún se aprecian las marcas dejadas por los travesaños de los tapiales, o agujas, conserva una de las ventanas originales en la pared Sur, justo debajo de los huecos practicados para insertar las campanas. El resto fue muy modificado por los cristianos en el siglo XII, una vez que la frontera musulmana retrocedió. No encontraremos la típica puerta de acceso a la altura del primer piso porque en sucesivas alteraciones fue tapiada, además de verse modificado parte de su interior y una de las esquinas, y añadidas las campanas.
La
otra torre, que destaca especialmente sobre el conjunto del pueblo por
su considerable altura, es de origen cristiano. Parece haber sido realizada
por el recrecimiento de los muros del ábside
románico de la iglesia, ya que conserva la característica
forma semicircular a lo largo de toda su altura, siendo plana por el lado
de la nave de la iglesia. Un arco
de medio punto une la nave con el ábside, pudiéndose
acceder a la parte superior, la torre propiamente dicha, por medio de
un acceso por encima de éste. Cuenta también con una campana
situada en la parte más alta, en la cara opuesta al arco.
Aparece ya en 1270 como Finoiosa del Campo. Esta villa, feudo histórico de los Finojosa, fue cuna de San Martín de Finojosa, abad y constructor en 1179 del primer protogótico español en Santa María de Huerta, y tío de Rodrigo Jiménez de Rada, abad de Huerta y obispo de Sigüenza. La villa cuenta con algunos blasones de los Salcedo y Zapata, en sus casas y en la propia iglesia. Una famosa y antigua leyenda, transcrita por Florentino Zamora Lucas, tomada por Fr. Antonio de Yepes de la Crónica General de la Orden de San Benito en 1613, describe la aparición de Munio Sancho, señor de Finojosa, y sus compañeros en la casa Santa de Jerusalén el día de su muerte en batalla, cumpliendo en muerte lo que no pudo hacer en vida.
