En
el interior de la población, apoyada en parte en el caserío,
destaca esta atalaya
califal de planta circular. Su peculiaridad radica en la utilización
de grandes, toscos y aparentemente desordenados sillares
de arenisca, en su base y hasta aproximadamente el nivel de la puerta, situada
a unos 3 metros de altura. Estas grandes piedras areniscas se encuentran
fuertemente erosionadas y descompuestas. Clemente
Sáenz Ruidrejo y Florentino Zamora Lucas aprecian en estos sillares
una tendencia a alternar sogas
con tizones, e indican que su unión parece realizada en seco.
Esta
primitiva base se recreció, esta vez en mampuesto,
hasta unos 10 metros de altura. El arco
de la puerta conserva las dovelas
en arenisca. En el arco se aprecia mejor lo que pudiera ser una construcción
del muro realizada en tres capas, siendo la dovela también triple.
Formaría esta atalaya barrera entre las tierras de Ayllón
y San Esteban
de Gormaz junto con la de Montejo
de Tiermes (o de Liceras) y las supuestas, por toponimia, de Torresuso
(la torre de arriba), Torraño, Torremocha y el monte del
Cubo. Es de destacar la inusual localización en valle de esta atalaya
para tratarse de una avanzada de señales de un castillo cercano,
lo que hace pensar en una pequeña torre de refugio. La atalaya
se encuentra a unos 1128 metros de altitud, muy por debajo de los cerros
y montes próximos, que alcanzan los 1200 metros de media, y separada
del valle del río Pedro por una línea de montes que la superan
en altura. Madoz
no hace referencia a la atalaya.
De nuevo
tomamos el Corpus
de castillos medievales de Castilla para hacer referencia a dos
documentos históricos relacionados con la torre: uno del año
1154 (?), en la que Sancho III dona Liceras y su torre al obispo de Osma,
don Juan, junto con otros bienes; y otros de 1136 y 1138, de concordia
entre diócesis en los que se nombra Lizeras.
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