El
castillo y la población de San Esteban de Gormaz, situados en la
margen derecha del Duero controlando el puente medieval que lo atraviesa,
adquiere un papel esencial durante la ocupación árabe y posterior
reconquista como defensor de uno de los pasos a Castilla. Es así
que, durante los siglos X y XI, pasa a manos árabes o cristianas
alternativamente dependiendo de la fuerza de unos y otros contendientes.
Abunda en este tema el hecho de encontrarse en una zona especialmente conflictiva,
a escasa distancia del castillo de Berlanga,
Osma y la enorme
fortaleza de Gormaz,
que puede verse a simple vista, al igual que la Atalaya
de Quintanilla, y en el ámbito de influencia de Medinaceli.
Así
es que, repoblada por Gonzalo Fernández en el 912, es atacada
por Abderramán III en el 917 y en el 920, siendo tomada en la segunda
ocasión. En el 955 pasa de nuevo a manos cristianas con Fernán
González y es reconquistada por Alhaquem II ocho años después.
Poco después es tomada de nuevo por los cristianos, y perdida por
el conde García Fernández. Finalmente, Soleyman se lo entrega
a Sancho García en el 1011 como parte de un pacto por la ayuda
recibida contra el Califato de Córdoba.
El castillo,
de forma estrecha y alargada, se encuentra situado dominando la población
sobre un cerro. Es de origen musulmán con reformas cristianas posteriores.
El estado del castillo es ruinoso, del que sólo quedan algunos
paredones y restos de estancias y aljibes.
Puede apreciarse la existencia de construcciones subterráneas,
parte de su división original y una muralla en tapial
de origen musulmán que desciende el cerro hacia Valdizán
(valle de Hisam). En uno de sus extremos se encontraba el Pozo Lairón,
cegado tras el suicidio de una mujer en el S.XIX. Al
norte se sitúa el castillo viejo, Castro Moro, y restos que muestran
la unión de ambos núcleos defensivos y fragmentos de las
fortificaciones, especialmente al oeste -lienzo
de muralla en tapial de cierta longitud-. Existen
también restos de la muralla de poniente en tapial que rodeaba
la ciudad.
Según
el poema del Mýo Çid, a esta población se
dirigieron las hijas del Cid tras la Afrenta de Corpes, acaecida no muy
lejos de aquí, en el término de Castillejo
de Robledo. El poema dice de esta población que "...Los
de SantEstevan siempre mesurados son...", del castillo "...un castiello
tan fuort..." y de la ciudad que es "...una buena cibdad...".
La población
adquiere una gran importancia en la Edad Media. Alfonso VIII celebra en
1187 las primeras Cortes de Castilla y de Europa en esta villa. Con posterioridad
pasa a tener varios dueños: doña Berenguela, don Enrique,
don Fernando, don Diego,...
 La
población cuenta con dos de las iglesias de mayor reconocido interés
del románico castellano del siglo XII. San Miguel (1081) con su
galería porticada de siete arcos, pionera en Castilla, donde se
venera a la Virgen del Castillo que antes estuviera en la fortaleza, y
Santa María del Rivero, algo posterior, de similar arquitectura.
Ambas están firmadas por sus constructores en un canecillo
y una imposta respectivamente. En Santa María una inscripción
sobre el sepulcro de Vidas Pascual nos recuerda la leyenda, narrada en
las cantiga número LXIII de Alfonso X, del Caballero Fernán
Antolínez, en la que sus armas fueron de la mano de un ángel
a luchar contra los moros, que estaban cruzando el Duero por el paraje
de Vadorey,
mientras él terminaba de escuchar las misas.
Perteneció
a la Comunidad o Hermandad de las Tres Casas, que se remonta a los tiempos
de Fernán González, primer conde autónomo de Castilla
hacia el 939, según la tradición. Los
anales castellanos, del tiempo del tercer Conde Sancho García (995-1017)
ya mencionan las "Tres Casas de Osma,
Gormaz y San
Esteban". Según Guillermo
García, investigador cidiano por estas tierras, se trataría
de la institución foral española más antigua y más
duradera (hasta 1837), con organización y funcionamiento relativamente
democráticos
El puente
sobre el Duero es de origen medieval, restaurado en 1526 y muy modificado
en 1717. Tenía una torre en el centro del puente que contenía
una virgen, llamada de la Cántara, dentro de una hornacina, desaparecida
a comienzos del siglo XX.
Si visitas
San Esteban de Gormaz, no dejes de probar los vinos con Denominación
de Origen Ribera de Duero que se produce aquí. Existen muchas bodegas
en el cerro del castillo, alguna de las cuales dicen tener hasta 75
escaleras.
Es fácil
encontrar epigrafía
romana, funeraria y religiosa, por toda la ciudad, en doseles, iglesias
o patios de casas particulares. Hasta 28 han sido identificadas, de las
que 16 permanecen en la villa (identificadas por Félix García
Palomar, núm. 17 de la Revista
de Soria, verano de 1997). Las demás han sido trasladadas,
no se conservan o no están localizadas.
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