No
es raro que, si viajamos por esta parte de la provincia, nos sorprenda de
cuando en cuando la vista de una población en la lejanía,
sobre un altozano, de la que apenas distinguimos la torre de su iglesia
destacando sobre ésta y el caserío. Encrucijada de caminos
en el sureste soriano, Maján, a 1150m de altura es con diferencia
una de las más altas localidades del entorno, dominando los valles
del Arroyo de Maján hacia Cañamaque (con hermosos paisajes),
de Velilla hacia Velilla
de los Ajos, del Regacho hacia Alentisque y de la Dehesa hacia Momblona.
Estamos pues en la divisoria de aguas entre el Duero y el Ebro.
Basándonos exclusivamente en su situación geográfica no se hace extraño pensar en la posibilidad de que Maján fuera usado como avanzada de señales de otras fortificaciones cercanas de las que sí tenemos constancia, como Soliedra, Morón de Almazán, Castil de Tierra o Serón de Nágima. Pero ningún resto visible nos permite afirmar si existió torre o atalaya. Tampoco encontraremos en Madoz referencia alguna a construcciones o ruinas que pudiera facilitar su identificación.
Florentino Zamora Lucas nos cuenta la leyenda de Maján y el puchero de la verdad, puchero lleno de miel que obtuvo el municipio como regalo del alcalde Mayor de Almazán en el pleito por el Real Privilegio de Pastos que permitía diezmar el ganado que entrase a pastar en el término.
En Maján encontraremos una interesante iconografía figurativa de inspiración silense en forma de trasgos (cuerpo de ave y cabeza de monstruo), parejas de grifos (cabeza de águila y cuerpo de león alado), águilas y ciervos, y un caballero luchando contra los monstruos.
